La utilización múltiple de la obra de arte con fines teóricos deja un gran ausente, que es la obra misma. La empresa de su análisis cae en el borde de la teoría misma para incluirse más bien, en el campo de la crítica, entendida como la introducción de interpretantes que permitan nuevas comprensiones de un universo hasta entonces no visible, y que a partir de lo cual, se introduce como lenguaje social y evidente de la obra. Por eso desde la materia proponemos casi una mirada clínica, lo menos teórica y reduccionista posible, de la construcción de un lenguaje. Estudiamos pues la obra tratando de comprender lo propio, lo específico de su lenguaje, es decir de la estructura narrativa, plástica, musical o verbal, que sostiene su interés estético y que permite, según la teoría freudiana, ocasionalmente una identificación de aspectos inconscientes más profunda. En cualquier análisis la obra puede ser reducida al esquema teórico de lectura que se le anteponga. Aceptando esto, el análisis del soporte tanto de su contenido figurativizado -los personajes, su psicología, su psicopatología, etc.- como de los conflictos formales del lenguaje utilizado parece la más respetuosa y genuina de la obra en sí. Este abordaje es entonces una vía de análisis del lenguaje, en el borde de la teoría psicológica hacia la teoría y la reflexión del arte a través de un desmontaje crítico de la obra.

En otras palabras, es una puesta en escena de los desarrollos narrativos de una obra, de los cuerpos de sentido, de los espacios dramáticos, construidos por un autor, cuyos contornos no coinciden casi nunca con los personajes y las figurativizaciones del proceso que genera la creación.